martes, 19 de febrero de 2008

A la madre

I
Consagro a la Madre mi casa, mi té,
mi escoba, y las patas de mi cama.
Mi libro viejo, la cuchara, la miel,
y la araña que cuelga de la lámpara.

Para ella son, de mi falda el suave lino,
de mi carta el pliego, trigo de la fanega,
el más rojo de entre todos los vinos
que habitan abajo, en mi bodega.

La punta del sombrero, el gato negro,
el paraguas, mi caldero ceniciento.
Las hojas de mi árbol y mis tiestos,
el laurel, la nuez, mis condimentos.

II
A la madre entrego mis sueños cálidos,
las palabras más dulces y las caricias.
Los proyectos venideros y los culminados,
mi mano en tu mano y otras mil delicias.

De la madre son mis suspiros y lamentos
los ruegos, las sonrisas, mi llanto ligero.
La felicidad que hoy en la vida encuentro
mi sudor, mi sangre, mi propio aliento.

Le doy a la Madre mi amor a ti, hombre
y las invernales noches en que a tu lado,
cambiándolo por el mío tomé tu nombre.
Tú que mis vida de gozos has colmado.

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