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jueves, 12 de junio de 2014

Ensayo sobre las siestas eternas

Gente que se aburre con las películas muy largas. Gente que nunca ha robado manzanas de un huerto. Gente con miedo a tener miedo. Gente con un color favorito. Gente que tamborilea los dedos contra el volante cuando se ve atrapada en un atasco. Gente que se compró unas gafas para mirar el mundo a los 14 y no se ha vuelto a graduar la vista. Gente que dice que no viaja porque todo puede verlo por televisión pero que realmente tiene miedo de marcharse sin una razón para volver. Gente que sólo gasta solidaridad y cariño en Navidad, como si fueran productos estacionales. Gente que no cabe en sí de gozo porque no se le ha pasado el arroz. Gente que habla del peligro con el entrecejo fruncido. Gente estática y temerosa del cambio. Gente que domina su semblante cuando la situación lo requiere. Gente que se defiende con el inglés. Gente que te mira y se congratula porque cree saber lo que estás pensando. Gente a la que le agobia el futuro. Gente que mira hacia atrás. Gente que juzga los libros por los resúmenes de sus contraportadas. Gente que no llora para que no se le corra el Rimmel. Gente que se compra una casa con jardín e instala una valla blanca y picuda alrededor para mirarnos desde detrás con fingida soberbia. Gente vacía de sentires y con la voz aguda, como rechonchos globos de helio. Gente con sofás gastados de tanto sentarse en ellos a esperar que quizá mañana sea memorable. Gente que dice entenderte sólo cuando está borracha. Gente que no grita ni susurra. Gente que piensa tanto sus respuestas que las preguntas dejan de tener sentido. Gente que no lleva la contraria. Gente monocroma. Gente que no corre. Gente que no vibra. Gente que está más muerta que viva. Gente a la que se podría enterrar ya. Gente plácidamente dormidita.

En agradecida respuesta a un Ensayo sobre la rutina

jueves, 27 de febrero de 2014

Con la a...

Aduladoras alabanzas aletean ante algunos arañando, así, ansiosas almas.
Arquéanse, ariscas aunque animosas, azorando aquellos amores ávidos.
Aunque amarguen ácidos agasajos, alumbran a atormentados amartelados.