Amor de dos noches, piedra preciosa en el zapato,
compañero fugaz, polvo de estrella en el camino,
mueren en mi útero los hijos que nunca tuvimos.
Tu nombre no importa porque no podré recordarlo,
tu sonrisa habrá de perderse entre otros dientes blancos.
El color de tus ojos enamorados, por mismo,
verdes, azules, o negros de gitano adivino.
Desesperados por cariño prometemos tanto
olvidando a gusto que el alba habrá de separarnos
pues el alma nómada apremia a hacerle a los pies caso
y nos arranca de los brazos a ese nuevo amado.
Abrir el alma al mundo es firmar solitario sino
a la mesa habrá siempre sólo una copa de vino
mas la sonrisa que nos dibuja un nuevo destino
no la brinda un esposo, ni su cariño o su mimo.