No creí volver a tu orilla en mi barca,
a que se reencontraran nuestros mundos.
Jamás pensé que ardería fogata
donde no quedaban brasas ni humo.
Quiero abismarme en tus ojos de moro,
rozar tu piel de color de avellana.
Abrir en tu pecho una gran ventana
y escuchar latir tu corazón de oro.
Contagia a mis labios sonrisa blanca,
tizna mi alma con deseos oscuros.
Perfúmame de azahar y naranja
destilados de tu cuerpo desnudo.
Quiero escuchar las palabras que añoro,
susúrramelas con tu voz gitana.
Y entre tus suaves manos alazanas
dale a mi espíritu amparo y socorro.