Un árbol lleno de perchas.
Harapiento pasado pende de ellas.
Raíz, tronco y ramas,
incluso en las más estrechas.
Agarrándome al tallo subo.
Chasquea la madera bajo mi peso.
Trístemente caen los trapos,
se amontonan en el suelo.
Oscura se torna mi alma
en el ascenso a la cima,
no viendo posible bajada,
no sabiendo qué hay arriba.
Acaricia el Viento mi cara.
Llegada al fin a la copa,
descifro el oscuro destino
y el pasado ya no importa.
Recógeme el Viento en sus alas
y a la Tierra caigo calmada.
Descansa para siempre mi cuerpo
enterrado entre ropas ajadas.